Hoy no entiendo como el mundo se estableció a ser comenzado a diario por la mañana; me pesan los ojos y los defectos, me cansan los certificados y los trámites burocráticos legales por escrito.
Me hiere que la combustión de mi tiempo algunos años atras se haya materializado en ascuas condenadas a ser cenizas.
Vive en mi la melancolía del tiempo que dispuse y sobreseí, es la huella que, quejumbrosa, me pide una justificacion de peso.
Sigo levantando el vuelo, no sé si es un mérito o una excusa refléja.
Hoy escribo desde el hangar, donde reparan mi viejo motor y me capacitan para hacer vuelos transatlánticos manteniendo la altura constante, a muchos pies del suelo, pero con un par sobre él.