Tienes frío y no sabes por qué, tratas de no moverte, no quieres alarmarte pues has sentido varias características de este nuevo estado: Estás en decúbito supino , apenas te guías por la propiocepción para conocer que tienes el cuerpo magullado, dolorido, pues no ves ni más alla d donde tu nariz toca el techo de ese lugar.
Tratando de propiciar un refuerzo positivo, recopilas sensaciones positivas, y piensas: Estas cómodo, el acolchado se acopla a tus lumbares, un escueto cojín mantiene tu cabeza en la misma línea del torax, no tienes sueño, disfrutas de un silencio absoluto, no percibes ningún agente externo amenazante y eso te hace tener una relativa paz.
Pero notas como cada hombro esta rozando la una superficie plana que delimita tus movimientos, la claustrofobia hace gala de poder y procuras levantarte de tal singular jergón, te golpeas la frente, pero el choque no es lo que más te ha preocupado.El sonido, el sonido que provocó fue un ruido sordo, compruebas el ruido, esta vez a adrede, asestando golpes certeros con los nudillos; es madera. Horrible, parece que este receptáculo hubiera sido engullido por una masa sólida.¿ Agua?, ¿ Nieve?, ¿Rocas?.... Miedo, que mueve tu mano hasta la frente en un acto reflejo, hay liquido sobre tu frente cayendo por tu sien.Huele a sal, llevas tu índice al paladar, sudor y sangre, calor y miedo.
Temes por tu integridad y por la calidad de la misma mientras dure; ahora hay un tercer flujo, lloras.
Recuerdas tu carácter provocador, las cervezas de anoche en el bar del pueblo y te arrepientes de haberte burlado del fornido enterrador del condado.