Tienes frío y no sabes por qué, tratas de no moverte, no quieres alarmarte pues has sentido varias características de este nuevo estado: Estás en decúbito supino , apenas te guías por la propiocepción para conocer que tienes el cuerpo magullado, dolorido, pues no ves ni más alla d donde tu nariz toca el techo de ese lugar.
Tratando de propiciar un refuerzo positivo, recopilas sensaciones positivas, y piensas: Estas cómodo, el acolchado se acopla a tus lumbares, un escueto cojín mantiene tu cabeza en la misma línea del torax, no tienes sueño, disfrutas de un silencio absoluto, no percibes ningún agente externo amenazante y eso te hace tener una relativa paz.
Pero notas como cada hombro esta rozando la una superficie plana que delimita tus movimientos, la claustrofobia hace gala de poder y procuras levantarte de tal singular jergón, te golpeas la frente, pero el choque no es lo que más te ha preocupado.El sonido, el sonido que provocó fue un ruido sordo, compruebas el ruido, esta vez a adrede, asestando golpes certeros con los nudillos; es madera. Horrible, parece que este receptáculo hubiera sido engullido por una masa sólida.¿ Agua?, ¿ Nieve?, ¿Rocas?.... Miedo, que mueve tu mano hasta la frente en un acto reflejo, hay liquido sobre tu frente cayendo por tu sien.Huele a sal, llevas tu índice al paladar, sudor y sangre, calor y miedo.
Temes por tu integridad y por la calidad de la misma mientras dure; ahora hay un tercer flujo, lloras.
Recuerdas tu carácter provocador, las cervezas de anoche en el bar del pueblo y te arrepientes de haberte burlado del fornido enterrador del condado.
La barba de tres días se adhiere a la bufanda y el frio de los auriculares extrapola el invierno a tus oídos.
Te duele el esternocleidomastoideo justo antes de cruzar la calle, cuando te cercioras de que el próximo coche no se lleva tu futuro por delante.
Evitas la pintura de los pasos de cebra, el pavimento esta mojado y no quieres deslizar al suelo tus ganas de seguir en bipedestación.Te salvas del bordillo y del asco de quien deceleró para que pasaras.
En la acera evades las baldosas sueltas, hay agua debajo y mancharía la primera idea que tuviste al cerrar la puerta de casa: Llegar sin mácula a la primera cita.
Tienes muchas fobias al caminar y entre tus rituales antes de ver a una mujer quieres que sea mejor imposible.Jack Nicholson.
Llegas tarde al punto de encuentro, la sonrisa realza tus pómulos, has visto sobresalir un punto negro de un abrigo marrón.
Paras tu marcha a un metro de ella, guiñas, sonríes metiendo los pies en un charco de pintura cercano.Y antes de alejar tu figura detrás de su espalda, susurras a su oído:Mírame los zapatos, sígueme, nunca pierdas mis pasos.